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Negación
Preludio
Pruebas de Reconstrucción
Shock

     Todo el pueblo caminaba en dirección a la estación. Esta vez la energía era muy distinta de muchas otras, esta vez esa pancarta transmitía un mensaje en esencia positivo. Todas las miradas que iba cruzando denotaban una mezcla de emociones contenidas, en parte ilusión, pero sin abandonar por completo el miedo. Miedo a volver a sufrir, a volver a vivir en completa austeridad, o incluso pobreza, en algunos casos. Esa pancarta era esperanza para un pueblo sufridor y valiente. Esas gentes mudadas con lo mejor que habían podido encontrar en sus armarios polvorientos, tras años de vestir poco más que uniformes y ropas de trabajo, por fin hoy caminaban hacia esa oportunidad de llevar una vida más tranquila gracias a la compañía Grant. Su fundador había llegado a un acuerdo con nuestro alcalde para situar su nueva fábrica junto a la vieja cantera a las afueras del pueblo. Ese acuerdo conllevaría muchos puestos de trabajo y más movimiento en la región, que durante décadas había permanecido prácticamente inerte.

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     Algunos de los hombres de la compañía deberían mudarse al pueblo y también se encontraban junto con sus familias alrededor de la estación charlando con los que serían sus nuevos compañeros y vecinos. Se les diferenciaba rápidamente, no solo por sus vestidos más elegantes, sino sobre todo por sus ojos; ojos sin miedo; la serenidad abundaba en sus expresiones. Me generó tal curiosidad que fui observando a todo el mundo a mi alrededor; el contraste entre el brillo de la ilusión cauta de mis vecinos y la tranquilidad de quien se sabe con un futuro más estable me tenía entretenida mientras caminaba del brazo de mi hermana Maddie. Fue cuando estábamos llegando a la estación cuando advertí que al igual que yo miraba a todo el mundo, alguien me observaba solamente a mí. El primer pensamiento que me cruzó por la mente es que miraba a mi hermana; con su vestido crema, tenía más gracia que yo. Siendo maestra, también estaba más acostumbrada que yo a las enaguas nada cómodas para las huertas donde yo pasaba los días. Ese pensamiento se descartó en el momento que Maddie se separó de mí para ir al encuentro de su prometido. Todo lo discretamente que pude miré al hombre alto y moreno que seguía manteniendo su mirada en mí. Intenté concentrarme en saludar a mi futuro cuñado y no pensar.

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     Joseph Corvin pese a ser un tanto engreído, era amable y apuesto, y al igual que su padre, tenía grandes dotes para la oratoria. Le encontramos, gracias a su interesante sombrero y a su potente discurso, disfrazado de charla amigable, con el alguacil. El alcalde se hacía mayor y sin duda Joseph quería ganarse el puesto de su padre.

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     Para mí era inevitable compararle con el hombre misterioso, ya que se encontraban a dos pasos de distancia. Mientras Joseph hablaba con amplios gestos, él parecía impasible; con una media sonrisa mantenía su mirada atenta. Aun estando recostado en la fachada de la estación parecía más alto. No parecía ser de la compañía, su ropa y su sombrero no se parecían a nada que yo hubiese visto, sobrio pero no elegante. Sus rasgos eran algo más duros, y esa mirada ininterrumpida y profunda había empezado a desarmarme. Al igual que mi pueblo, mi corazón albergaba ya todo curiosidad y emoción cautelosa. El movimiento de la gente, como olas invisibles, terminó dejándonos el uno frente al otro. Fue entonces cuando me habló por primera vez y yo me enamoré de él.

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     Las semanas que prosiguieron aquel día tan importante fueron intensas para todos. Por un lado, la construcción de la fábrica, de las casas de los encargados y de la infraestructura que debía unirlas con la estación requería mano de obra. Casi la totalidad de los futuros trabajadores ayudaban a los constructores. A pesar del cansancio, se respiraba un ambiente de motivación, como hacía tiempo no se vivía.

Por otro lado, el alcalde Corvin, su hijo, el señor Grant y sus ayudantes mantenían reuniones y sobretodo investigaban los materiales de la cantera, objeto y origen de que ese proyecto se llevase a cabo en ese punto concreto. Ahí es donde entra él. Mi hombre misterioso era el ingeniero encargado de testar que las mezclas químicas y el procesado de los materiales de la cantera diesen la potente energía que otorgaría a los nuevos trenes de la compañía Grant una velocidad que triplicaría la que el carbón hasta ahora había conseguido.

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     Era un hombre brillante que no solo me había robado el corazón sino que causaba fascinación allá donde iba. A medida que nos íbamos conociendo, la fuerza de nuestros sentimientos se iba trenzando; en cuestión de semanas casi me atrevía a comparar nuestra complicidad con la de Maddie y Joseph, pese a la diferencia de tiempo. Mi vida y mi perspectiva iban evolucionando a la velocidad de la que presumían esos nuevos trenes.

Poco más de medio año bastó para que mis padres nos diesen su permiso. Fue mi acompañante en la boda de mi hermana, y a las pocas semanas incluso empezamos a fantasear con nuestro propio enlace, sin prisa, y algo más sencillo que el que había organizado el alcalde para su hijo. Con la emoción de los cambios del pueblo en el horizonte, se habían dejado llevar y a mi gusto fue un tanto excesivo para lo que el pueblo y nuestra familia estaban habituados.

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     En octubre la fábrica estaba preparada, a falta solamente de terminar un estudio en los laboratorios Grant en la ciudad. Obviamente era él quien debía llevarlo a cabo y volver con los permisos, y obviamente eso era un inconveniente para nuestra relación. Se presentaba como una situación realmente angustiante para mí el hecho de estar algunos meses sin vernos, tras un inicio tan intenso.

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     Me dijo que a su vuelta podríamos empezar a planificar nuestro futuro juntos, que si conseguía los permisos el complejo Grant garantizaría una larga etapa de bonanza y actividad en nuestro pueblo. Y aunque serían varias semanas sin vernos, tenía una manera en que podríamos comunicarnos a diario. Según explicaba, un nuevo sistema de comunicaciones que habían empezado a desarrollar para los maquinistas estaba siendo un gran éxito, y les ayudaba a poder comunicarse desde los trenes con las estaciones y la central en caso de emergencia. Me parecía una locura, pero también me lo parecía que los trenes pudiesen casi volar y me lo estaban demostrando. Me explicó entre risas, que aunque no entendiese como era el funcionamiento teórico del sistema, no me costaría nada utilizarlo. Consistía en que unos aparatos convertían las palabras en mensajes escritos, y teniendo uno cada uno, podríamos leer lo que el otro dictaba. Era como un código morse pero más complejo.

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Tras su partida me costó algo más de una hora poner en marcha el aparato que me había dejado, pero debí seguir bien sus indicaciones pues al poco respondió. El viaje le había ido bien y a la mañana siguiente iba a presentar los estudios.

A los pocos días recibí un nuevo mensaje, que no era como los anteriores; no supe entender lo que decía, pero ese mensaje fue lo último que supe de él.

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SHOCK

[SHOCK] (lyrics)

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     Envié varios mensajes esa misma noche preguntando qué significaba, pero no había respuesta. Creí tal vez que había tocado algo y el aparato no funcionaba bien, pero nada.
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     Ante esta situación empecé a ponerme muy nerviosa. Pregunté al señor Grant si había recibido alguna noticia, pero tampoco sabía nada. Busqué en todos los libros que pude encontrar si esos signos podían tener algún significado y, gracias a mi hermana y su compañera, conseguí encontrar en la escuela un libro que hablaba de código Morse. Efectivamente era un mensaje cifrado, y vaya mensaje, era una señal de socorro…


     Me asusté muchísimo y decidí enviar una carta a la dirección que me había dejado anotada, de su familia en la ciudad. Fue una semana agónica en la que la falta de noticias me tuvo paralizada mentalmente, pero peor fue tras recibir la carta de respuesta. Daban por hecho que él estaba de regreso, pero en una semana era tiempo de sobras para llegar. De allí se había marchado sano y salvo, justo el mismo día en que me envió la señal de auxilio. Nadie había vuelto a saber de él.
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     Creí que me moría. Había desaparecido, nadie sabía dónde estaba, varios trabajadores de la compañía habían podido hablar con el laboratorio, el estudio se había aprobado y se suponía que él debía haber llegado al pueblo con los permisos. El mundo se me venía abajo por momentos. Durante días, el simple hecho de pensar en que había desaparecido me sumía en un estado de sopor. No era yo misma sin dejar de serlo, no me sentía en el mundo. Las horas pasaban, los días tras ellas y yo no podía hacer nada más que pensar en él. ¿Qué había ocurrido? ¿Qué haría yo sin él? Él, que me había traído la ilusión y de repente se había desvanecido.
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     Pese a los intentos de mi familia, me llegaban las diferentes versiones que rondaban por el pueblo. Unos decían que se había fugado con las patentes, que era un espía... Otros, que tendría una familia por ahí y me había embaucado para divertirse. La mayoría, que le habrían asaltado por el camino y andaría en alguna cuneta.

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NEGACIÓN

[DENIAL] (lyrics)

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     No podía asimilar ninguna de esas opciones, y, tras muchas noches sin dormir, me asaltó la idea que no podía ser algo tan simple. Un tipo tan audaz no podría haberse dejado matar por unos ladrones, y mi corazón gritaba que era imposible que me hubiese mentido. No, no podía ser. No iba a cruzarme de brazos ni a resignarme con aquellas teorías infundadas. A la mañana siguiente le pedí a mi amigo Daniel que me acompañase a la ciudad; sería uno de los nuevos maquinistas de la compañía Grant y tenía que hacer el trayecto igualmente para aprender la ruta, así que aceptó ayudarme.

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     Preguntamos en todas las estaciones de camino; nadie le había visto. Conocí a su madre al llegar a la ciudad. Desolada igual que yo, me explicó que le habían buscado durante esas semanas sin dar con una sola pista de lo que podía haber sucedido. Me dijo que siguiera adelante, y que me quedase con los recuerdos bonitos, pero que los recuerdos no sirven para mucho tiempo si no hay nada más a lo que aferrarse. Volví a casa.

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     El pueblo seguía adelante. La fábrica se había puesto en marcha pese a su ausencia, habían recuperado las fórmulas y por suerte no se había paralizado el proyecto. Dentro de mi desgracia me consolaba el hecho de que al menos las familias de mi entorno no se habían quedado sin ese futuro por el que tanto habían luchado.

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IRA

[RAGE] (lyrics)

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     A medida que pasaban los días me volvía más distante, ni mis padres ni mi hermana sabían que hacer conmigo, incluso el pobre Daniel, con todo lo que me había ayudado, también experimentó mi ira incontrolable en varias ocasiones. Y siempre que intentaban sacarme de casa para distraerme acababa amargándoles el día.

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     Todo me parecía mal. Irascible e impotente empecé a enviar de nuevo mensajes a través del aparato que él me había regalado, esta vez con inquina y violencia. Le recriminé una y otra vez el simple hecho de haber aparecido en mi vida para desaparecer después y romperme el corazón.

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     Exigí una respuesta. No sabía cómo pero mi alma encendida quería respuestas y la falta de ellas me frustraba. Tanto, que la rabia me consumía hasta tal punto que solo quería escupirle a la cara: desnaturalizar todo mi dolor y desahogarlo de la manera que fuese.

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     Me peleaba con todo el mundo. Por ello me invitaron a dejar de trabajar en las huertas durante una temporada. Estaba hundiendo cualquier cosa productiva sin darme cuenta. Todo se centraba en torno a aquel aparato y la falta de respuesta.

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NEGOCIACIÓN

[BARGAINING] (lyrics)

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     Mis mensajes se fueron suavizando con los meses. No, no dejé de enviarlos. La ira se me fue gastando como un trapo viejo, aunque mi corazón seguía herido y encadenado a él.

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     Le rogué que volviese, que si era necesario yo iría donde hiciese falta, que me adaptaría a cualquier realidad que le conviniese, pero seguía siendo inútil. La pantalla seguía sin reflejo alguno. En ese momento creí que haciendo un esfuerzo y deseándolo mucho, todo podría cambiar. Ser como al principio, con ese esfuerzo podríamos volver a estar juntos, así se lo expresaba en mis mensajes, pero aquel dichoso aparato conseguía apagar toda esperanza.

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DEPRESIÓN

[DEPRESSION] (lyrics)

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     Con el tiempo dejé de escribir. Dejé incluso de hablar y también de comer. Mis padres que hasta ese momento se habían mantenido al margen para no forzarme, finalmente intervinieron. Ente todos me convencieron de que me visitase un doctor. Fuera de mi casa todo me recordaba a él. Dentro también. Lloré. Mucho.

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PRUEBAS DE RECONSTRUCCIÓN

[TESTING] (lyrics)

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     Pasaron muchos meses y con la ayuda de mi familia, del nuevo doctor de la compañía Grant y Daniel empecé a intentar llevar una vida normal. Volví a trabajar. Después de las tensiones vividas no podía volver a las huertas, así que acepté la posibilidad que me ofrecía el señor Grant de vender billetes en la estación. Supongo que me había cogido cariño o igual le daba pena mi situación, por eso imagino que me dio trabajo y me envió a su médico.

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     Salía por las tardes a pasear con Maddie y Daniel, siempre haciendo el mismo recorrido, de la escuela a casa del alcalde, rodeando la zona oeste del pueblo. Todas las tardes dejábamos allí a mi hermana y volvíamos Daniel y yo, persiguiendo siempre el sol mientras bajaba tras el horizonte. Era el único momento en que lograba sentir algo de paz interior. Fuimos juntos a la fiesta de aniversario de mi hermana y Joseph. Hasta consiguió sacarme a bailar, y por unos instantes me olvidé de todo, de él, y de la historia que me había llevado al borde de la locura.

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     Pero por las noches siempre pensaba en él. Siempre...

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ACEPTACIÓN

[ACCEPTANCE] (lyrics)

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     … Hasta que un día dejé que otros pensamientos invadiesen mi mente y otros sentimientos embargasen mi corazón. Acepté que todos tenemos que seguir adelante y que hay que agradecer lo que tenemos en lugar de atormentarnos con lo que hemos perdido. Abrazar las cosas buenas que nos llegan. Por eso, decidí aceptar la petición de Daniel de salir formalmente, y poco a poco, todo lo que había pasado se fue desvaneciendo en mi mente de igual modo en que se desvaneció su ser. Conseguí aprender a ser feliz de nuevo.

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     Tan solo me quedaba una cosa por hacer para romper cualquier vínculo con ese pasado que me había atormentado. Estaba preparada para decir adiós para siempre. Una mañana de abril, subí al desván donde había escondido aquel aparato del demonio que tanto sufrimiento había canalizado, estaba decidida a tirarlo al río y olvidarme para siempre, cuando al cogerlo vi que en la pantalla se reflejaba un mensaje.

 

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Noemí Aguilar

Ira
Negociación
Depresión
Aceptación
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